LEYENDA: EL HUIÑAJ

 

En estos tiempos de tanta alteración climática, donde muchas regiones están abrumadas pro al sequia, quise compartirles esta hermosa leyenda que habla de tiempos en que el también se oía el clamor por el agua

 

EL HUIÑAJ- (Leyenda de Santa Fe- Argentina)

Hacia el norte de la provihuinaj2ncia de Santa Fe hay una región en la cual en una época del año escasean las lluvias, produciéndose grandes sequías.

Hace mucho tiempo en ese lugar se levantaba una toldería de indios, cuyo cacique tenía una hija muy dulce y tierna. Sisa se llamaba y parecía ser como todas las jóvenes indias del lugar, pero tenía una particularidad: demostraba una marcada predilección por el color amarillo. Siempre se la veía vestida con túnicas de ese color, se adornaba con plumas de ñandú teñidas, flores de retama y collares de cuentas amarillas.

Por lo general le gustaba quedarse en su choza tejiendo e hilando y salía sólo de tarde en tarde. Entonces recorría toda la región que pertenecía a su padre.

Aprovechaba este paseo para observar las plantas, por las que tenía gran admiración. Decía que también sentían cuando se las tocaba y escuchaban cuando se les hablaba; por eso a menudo la veían conversar con ellas mientras les removía la tierra endurecida o podaba sus ramas enfermas y secas. Otras veces preparaba mezclas de yuyos y rociaba sus ramas. Aunque a la gente le costaba creer en los efectos de ese tipo de cuidado, comprobaban con sorpresa que las plantas crecían con mayor fuerza.

Sin embargo habían observado algo más importante en Sisa: cada vez que salía de paseo, al día siguiente caía una copiosa lluvia y todos estuvieron convencidos, que gracias a un poder sobrenatural Sisa provocaba la lluvia y todos sintieron un profundo respeto por la hija del cacique.

No era raro entonces, que en épocas en que escaseaba el agua, todos solicitaron su ayuda, pidiéndole que realizara uno de sus benéficos paseos. Nadie dudaba que al otro día el cielo les enviaría la lluvia tan esperada.

Así pasaba el tiempo. La vida transcurría tranquila en la tribu hasta que corrió la voz que Sisa había enfermado. Un mal desconocido la aquejaba y se sentía tan débil que permanecía constantemente postrada en su lecho. Las curanderas más famosas de la tribu fueron consultadas, no hubo remedio que no se le diera, pero el mal no quería ceder. La gente toda ofrecía sacrificios a los dioses, pero nada lograba devolver la salud a Sisa quien empeoraba día a día.

Mientras tanto una gran sequía comenzó a inquietar a todos; las nubes cargadas de agua no se acordaban de aquella región y seguían su camino hacia otros lugares.

El tiempo pasaba; la tierra reseca empezó a levantarse en turbias polvaredas por el viento y el aire se hizo cada vez más irrespirable. Los árboles y las plantas se marchitaban; los animales buscaban ansiosos una gota de agua donde saciar su sed, pero el río se iba secando poco a poco.

La tribu entera pensaba en Sisa, pero, la joven nada podía hacer; sus fuerzas eran cada vez más débiles y su vida se fue apagando sin remedio. Un día el viento comenzó a soplar con mayor intensidad y el aire caliente se hizo sofocante. Entonces la vida de Sisa se extinguió para siempre.

La desesperación se apoderó de la tribu y como última esperanza invocaron a PachaMama, pidiendo que les devolviera su alma. Todo fue inútil y se sintieron abandonados por los dioses, creyendo que la tranquilidad y la felicidad ya no reinarían más en aquel lugar. Miraron a su alrededor como buscando algo que los aliviara de esa triste situación; la sequía había hecho grandes estragos y los campos se veían tristes y desolados.

Entonces les llamó la atención la aparición de un árbol cubierto de delicadas campanillas amarillas, fresco y lozano como si la sequía no se hubiera percatado de su existencia.

Todos intuyeron que esa planta era regalo de Sisa y una tenue esperanza alivió sus corazones. Al día siguiente cuando el cielo se cubrió de negros nubarrones y se desencadenó la lluvia, nadie dudó que la joven no se había olvidado de su gente.

Desde entonces y hasta ahora Sisa está permanentemente presente entre ellos en esa extraña planta; cada vez que va a llover se asoma por las ramas en forma de flores amarillas, sin tener en cuenta la estación que en ese momento reina en la tierra.

Los indios agradecidos llamaron a esa planta huiñaj y aún sigue floreciendo para anunciar la lluvia.

Sisa: Flor.

HUIÑAJ: árbol llamado también Toro-raratay, Yaguá-Rataí, Tay-i, Palo Cruz, Ibiratí, ibira curuzú, Uiñaj, etc. según la región donde se encuentre, pues crece en Formosa, Santiago del Estero, Chaco, Santa Fe, Córdoba, Tucumán y Salta. Su nombre científico es "Tabebuia modoso". Cuando la lluvia está próxima se cubre de vistosas campanillas de color amarillo.

Esta es su flor: shuinaj1

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Acerca de anukazim

Narradora, Escritora y Astróloga Buscadora incansable, recolectora de sonidos, caminante de los vientos
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8 respuestas a LEYENDA: EL HUIÑAJ

  1. BIANCAWEB dijo:

    LA AME A ESTA LEYENDA Y A MI Y A LOS CHICOS DE HOY SOLO NOS QUEDA ESTUDIAR Y VIVIR LA VIDA Y ESTA LEYENDA LLEGO A MI CORAZON Y ESPERO QUE A OTROS NIÑOS TAMBIEN

  2. jorge dijo:

    La verdad una historia muy popular que llego al corazón de todos y todas promoviendo así la educación interfacial que hay en todos nosotros,despertando los ambares en cada uno de nuestros espiritus .Gracias,gracias por repartir esta grandiosa educación que todos ustedes nos brindan día a día es la razón por la que Argentina crece en medio de una lucha política entre el socialismo y el peronismo,nosotros tranquilamente leyendo y educandonos.

    • hshwew dijo:

      los niños de hoy en dia solo nos queda estudiar y si esta leyenda que llego a nuestros corazones nos sirve tengo 10 años y esto lo ame y estudiar es lo que me queda

  3. Tuvieja dijo:

    M3 guzt0 l4 3em0cion mui l1nd0 gr4ziaz t0tal3s

  4. jorge dijo:

    Mui vueno chango la berdad imkreivle awesomeee weon kede impaktao qlo

  5. viki dijo:

    ese es el cuento q llo tengo en mi carpeta

  6. maría dijo:

    me encanto es muy rara la manera que se dice que se creo el árbol me hace acordar la historia de «el árbol del ceibo»..

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